Micaela Chauque sopló quena siku y las velitas del cumpleaños 61 del Coro Chelaalapi. El dulce y tierno viento andino se puso tempestuoso y despeinó mas de una peluca
Por Mr K
Ph: Fundación Memorias de Nuestro Pueblo
Me avisaron sobre la hora la participación de Micaela Chauque en el Auditorio Tepeyac, de la ciudad de Fontana, por los festejos del 61 aniversario de la creación del coro ancestral Chelaalapi.
Apenas tuve tiempo para juntar los petates que me iban a subvenir en el viaje a la ciudad cordial, tiempo que llevan todas la vueltas de un indeciso apurado que pierde las llaves en las narices. Inflador, termolar con bebida espirituosa, fuego, algunos pesos ( y no muchos más, porque la explotación no se puede dar el lujo de tener trabajadores mínimamente pagos) por las dudas que se pinche alguna de las ruedas y por supuesto muchísimas ganas de deleitar los oídos con la especialidad de Micaela; no me quedaba tiempo para mandar un Telegram nadie que conozca le interese ver esa peculiaridad sonora.
La multiinstrumentista de aerófonos andinos es oriunda de Salta y para que llegue hasta mis oídos, tuve que verla en porteñolandia haciendo una presentación en un programa de tv que intenta federalizar el enorme territorio musical, también conocido como Argentina, pero más marginalizado.
Chauque tiene un enorme currículum, y esa noche no solo mostró esas habilidades que cuenta Wikipedia que tiene y que dejó traslucir en aquel programa de tv, sino que además cantó. Una sorpresa de oro, para quienes creíamos que solo iba a ser una timorata presentación instrumental ante un público de otro pueblo más que artistas de su talla suelen recorrer casi con la indiferencia de la rutina.
Fui asiduo visitante de la ciudad de Fontana en mis años mozos y recuerdo sombrías zonas de sospechado peligro, incluso en las inmediaciones de los que podríamos llamar la plaza central. Este viernes pasado, además de las enormes expectativas que tenías sobre la presentación de Micaela, la ciudad limpia e iluminada y sus espacios históricos realizados con iluminación led y todo el show, envolvían a su habitantes en un enorme ambiente de kermes, digna de escenas fílmicas pintorescas de comedias románticas o de suspenso y misterio.
Son 61 años de la creación de un coro que busca mal o bien la difusión de las expresiones de unos de los tantos pueblos preexistentes de Abya Yala (América en la actualidad) y con ello mantener vigencia un lenguaje hablado que proviene de más allá de las difusas y misteriosas neblinas de un tiempo inconmensurable; por eso, fiesta había que tener.
El cumpleaños tenia invitados estándar:el público/los funcionarios y De Luxe: el Ballet Folklórico "Zitto Segovia", el Dúo "Los Amores" (Fontana), el Grupo "Sueño Qompi" (Juan José Castelli y bueno el personaje que inspira estas improvisada crónica: Micaela Chauqe.
Quizá repito mucho su nombre como un mantra que ayude a corporizar la estela que la salteña dejó en nuestras retinas y nuestros oídos y no reducirla en expresiones como "increíble, incomprensible, asombrosa, irreal, ultraterrenal, etc", porque no nos solemos topar cotidianamente con instrumentos como el siku o la quena, (aunque muchos cultores del turismo de vacaciones vayan hasta el noroeste y vuelvan con suvenires que mejor colgarlos que soplarlos), con ejecutores habilidosos y mucho menos mujeres (aunque sea 2023, todavía es remarcable). Una combinación imposible de soslayar. Una invitación difícil de rechazar, además de su práctica gratuidad.
El viaje en bicicleta hasta el Auditorio Tepeyac desde resistencia me insumió hasta 50 minutos con viento a favor que en ese momento ya había virado de sur a norte y el fresco podía hacer que sea algo desubicado andar revoleando un termolar. Pero el brebaje era indispensable si había que abrir los oídos y el corazón a la maravillas de esos aerófonos. Antes de dar directamente con el histórico edificio donde funciona el auditorio, tuve tiempo de darme el lujo de elegir uno de los tantos espacios verdes para preparar un buen vino con jugo, estirar las piernas y borrarme un poco la marca que el asiento dejó en mi maltratado culo.
Fontana siempre me gusto, con o sin iluminación led, con o sin basura en sus plazas, porque esa ciudad también está hecha de su gente tan cordial como el eslogan por el que la conocemos, y este viernes de gala el deleite aumento porque en aquel lugar tomado por el encanto de un pasado fabril, Micaela estaba por soplarte al oído el secreto milenario de la música andina.
Y así fue. Siku y Quena a dos manos, canto y bailo como si tuviera 4 pulmones. Para un protohumano que casi muere asfixiado por pedalear a la vuelta de Fontana. Es una habilidad inmensa, que se apoya en el simple acto de vivir: espirar\inspirar, en el mágico tiempo que lleva concatenar notas hermosas a un volumen preciso. Un ser salido de un cuento fuera de lo común, como el flautista de Hamelin, estaba ante un puñado de gente que no llegaba a colmar el espacio, con niños inquietos y feriantes distraídos. Pero no influyó en la
performance de la artista ni mucho menos de la banda que la acompañaba: otro caso aparte.
En el tepeyac, Micaela y su banda tenían un aire muy rockero y desafiante: Bajista vestida de negro con bajo eléctrico, guitarrista de criolla con calaveras en su correa, charanguista pelilargo y danzarín y baterista prolijo y potente como metalero; muy alejado de lo que la tele puede llegar a mostrarte. Si bien el sonido, podría ser criticado, la banda sonó ajustada y sin deslices y el repertorio tenía mucha energía, que incluyó uno o más temas de su propia autoría y que no dejaron a este sensible cronista sin derramar lágrimas de alegría y conmoción.
Mi perplejidad iba a aumento conforme avanzaba la noche y la lista de temas. miraba a mi alrededor y creo que eran muy pocos los admiradores de un arte para nada menor. Micaela es un personaje que además de ser una hábil música y exponente que en Japón podría volverse rica, estuvo en Fontana mostrando más riquezas que posee esta enorme tierra: su talento y su humildad. Un acto muy surreal y "underground". Por eso con esta crónica o pseudo crónica intenta resaltar la calidad de una artista que vive entre nosotros, actualmente muy activa y que si tenés el tiempo y/o el dinero para ir a verla; que vayas bajo cualquier pretexto, ya sea por arte, diversión o de simple carteludo/a que sos, porque algo dentro tuyo que esta puede enriquecerse o sino esta puede aparecer gratamente. Baja sus discos (si es que podes) pero anda a verla y escucharla. Rata.
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